Notredame de Paris, France 2018

HISTORIA DE TRES INTENTOS FALLIDOS DE VIAJE

Esta NO es una historia de viajes, es una historia de cómo un par de intentos fallidos de viaje no me quitaron las ganas de seguir mis sueños.

No sé cuando se me metió la idea de viajar.

En mi familia no viajábamos mucho, a veces por las vacaciones íbamos a Huaraz, la ciudad de mis padres (situada al pie del Huascarán en la Cordillera de los Andes) pero la mayoría del tiempo nos quedábamos en Lima, mi ciudad natal.

Me acuerdo que de pequeña me gustaba leer y tenía una colección de “cuentos para soñar” (que hasta ahora conservo) con historias y leyendas de Europa, Asia y Medio Oriente, las ilustraciones eran como pinturas de gran realismo, y podías ver la gran diferencia de vestuario y escenarios que tenía cada cuento.

En el colegio me gustaba mucho la historia, y aprender sobre otras culturas, me enamoré de las culturas pre incas, y las civilizaciones de Roma, Grecia, Egipto y Asia. En un principio quise ser arqueóloga como Indiana Jones, mi héroe de la época, pero terminé eligiendo otra carrera que me encantaba: Arte y diseño.

Eso sí, de algo estaba segura, en algún momento tendría que viajar a conocer todos esos lugares. Mi mamá siempre me motivó, decía que si ella había emigrado de su ciudad a la capital, yo tenía que salir a conocer el mundo, y eso es lo que tenía en mente.

No tenía los medios, no sabía cómo hacerlo, pero buscaría la manera.

Intento 1: Trabajar en Walt Disney World

Una de las razones por las que escogí mi universidad, era por el convenio que tenían con Walt Disney World y la posibilidad de irse a trabajar a Orlando durante las vacaciones de verano. Disney, el sueño de todo niño, y yo tenía la posibilidad de ir allá si tenía buenas notas, buen inglés y pasaba todas las entrevistas. El error que tal vez cometí fue dejar esa oportunidad hasta el último momento, los cursos y trabajos de la universidad me consumían demasiado, y pese a que intenté estudiar en una academia de inglés, solo pude hacerlo por dos meses, ya que mis horarios no me dejaban ni un espacio libre.

Debo confesar que tenía una buena comprensión del inglés, gracias al colegio y algunos cursos de la universidad, pero a la hora de hablar, cero skills, me ponía nerviosa y sentía que me bloqueaba, por eso tal vez retrasé un poco la postulación a Disney, quería mejorar.

Así que un año antes de terminar mi carrera, me inscribí en lo que sería mi única y última oportunidad para trabajar en Disney, era el año 2008. Tuve que pasar por varias etapas de evaluación y clasificación, un primer examen escrito de inglés, que no fue tan difícil, luego una entrevista en inglés, que fue breve y en parejas (me había preparado con anticipación y la profesora era buena) y finalmente una prueba psicológica ¡qué también pasé! Estaba tan alegre de ver mi nombre en la lista de candidatos aprobados, mi mamá también estaba muy emocionada. Sólo me faltaba una última entrevista en inglés y curiosamente por primera vez iba a ser con encargado de Recursos Humanos de Disney, nos dijeron que era bueno para nosotros ya que podía reclutar a más, sin embargo, yo sentí un nudo en el estómago.

Llegó el día de la entrevista final, y no lo niego estaba muy pero muy nerviosa, me había preparado, pero no me sentía bien, confiaba en mí, pero sabía que hablar con una profesora en inglés no me intimidaba tanto, que hablar con un nativo estadounidense en corbata de Disney. No sé porque me ponía en ese estado.

Cuando fue mi turno me acuerdo claramente que lo saludé cordialmente y como hacía mucho calor en el aula, le comenté algo del clima, sonrió y comenzó a hacerme varias preguntas, creo que me estaba yendo bastante bien, hasta que me hizo una pregunta muy simple, el por qué quieres trabajar en Disney, la respuesta era tan obvia, y lo sabía, pero mi cerebro y mi lengua no pensaron al mismo tiempo, y me olvidé como se decía una palabra en inglés, no me acuerdo que palabra, pero me quedé en blanco, pensé por un momento, miré al cielo hasta que decidí cambiar mi frase. Cuando salí de la entrevista no tenía buenas expectativas, mi nerviosismo me falló, y aún así al día siguiente fui a ver el panel de los clasificados, y para mi no sorpresa, mi nombre no estaba ahí.

No saben lo frustrada que estaba conmigo misma, y más con mi mamá porque ella ya había mencionado que me iría de viaje (confiaba demasiado en mí), pero a pesar de que esta puerta se me había cerrado, no quise desistir.

Intento 2: Trabajar en Estados Unidos (Work and Travel USA) 

Sabía de una amiga que el año pasado, no se había ido con Disney pero sí con otro programa que se llamaba Work and Travel USA, un programa para estudiantes que estaba poniéndose de moda en Perú, donde podías trabajar durante tres meses en Estados Unidos, la agencia te ofrecía ofertas de empleo y el total de la inversión a la época estaba entre unos 1500 – 2000 dólares, incluido el boleto del  avión. Lo genial de esto es que podías recuperar tu inversión e incluso triplicarla, dependiendo del tipo de trabajo al que postularas.

Así que fui a inscribirme a la agencia que mi amiga me recomendó, pasé el examen escrito de inglés, me pidieron una copia de mi certificado de estudios traducido en inglés, y ya solo tenía que asistir a una feria laboral y escoger un trabajo.

Definitivamente quería irme a Orlando, tenía la espina de visitar Disney, y el hecho de trabajar allá, me permitiría hacer ese sueño realidad. Quedaban pocas ofertas para ese lugar, pero junto a unos chicos que había conocido en la feria, decidimos irnos a trabajar a un Subway en Orlando, al fin y al cabo era un trabajo de verano. Había 5 plazas disponibles, y luego de una pequeña entrevista en inglés, nos aceptaron. Esta vez el que me entrevistó era uno de la agencia, y no me sentía tan nerviosa.

Todo estaba saliendo como quería, ahora tenía un par de meses para postular a la visa de trabajo en la embajada de Estados Unidos, comprar mi pasaje de avión e irme en la mitad de diciembre. Era un poco difícil creerlo, incluso le dije a mi mamá que no mencionara nada, y para visualizar más ese sueño pegué algunas imágenes de Orlando y Disney en mi pared.

Me moría tanto por viajar y sin embargo, los primeros problemas comenzaron a aparecer.

En ese tiempo, las noticias hablaban de una crisis económica en Estados Unidos que había empezado a inicios del 2008, el precio del dólar había bajado enormemente y no me di cuenta que esto me afectaría, hasta que un día recibí un correo de la agencia que decía que mi puesto de trabajo había sido cancelado debido a la crisis. El empleador había reducido la vacante de 5 a 1, y la agencia había enviado a una chica que ya tenía sus papeles y vuelo comprado.

Cómo comprenderán, no lo podía creer, una vez más sentía que mis esperanzas de viajar al extranjero desaparecían. Habíamos pagado una parte del programa y la cita a la embajada, y si no tenía mis papeles listos era porque todavía estábamos reuniendo el dinero.

Aún así, la agencia nos ofreció la solución de esperar un par de semanas para ver si se abrían otros puestos. Pasado ese tiempo, seguía sin empleador, y ya estábamos en diciembre, así que no me quedo de otra que cancelar ese proyecto. Para consolarme pensé que todas las cosas pasan por algo, y en cierta manera tenía razón. El día que fuimos para que me devuelvan el dinero invertido, había mucha gente que tenía el mismo problema que yo, incluso me acuerdo de dos chicas que venían del Cusco, tenían su vuelo en unas horas, y les habían cancelado el trabajo, estaban desesperadas y no sabían si viajar o no. No supe que les pasó después, en mi caso, con lo recuperado decidí avanzar unos cursos de la universidad en verano.

Luego de dos intentos fallidos de viaje, soy honesta me frustré un poco, pero pensé que tal vez ese no era mi momento, y al menos lo había intentado.

En su lugar decidí enfocarme a terminar la universidad y encontrar un buen trabajo para ahorrar, sabía que tarde o temprano la oportunidad aparecería de nuevo y esta vez estaría más preparada.

Pasaron tres años para que tuviera mi primer viaje y trabajo en el extranjero: fotógrafa de cruceros, pero eso ya es parte de otra historia que les contaré con más adelante. 

Intento 3: Estudiar Fotografía de modas en Milán

Mi plan original era ahorrar trabajando en el crucero un año para pagarme un master en el extranjero. Pero ya saben, los planes cambian… nosotros cambiamos… y después de tres años y medio trabajando en el barco, decidí que era hora de vivir en tierra firme y volver al plan original.

Como no había estudiado fotografía, sabía que aún tenía muchas cosas por aprender. Así que elegí fotografía de modas, porque tenía experiencia haciendo sesiones y retratos, y quería aprender del tema. Ahora tenía los medios y el tiempo, solo me faltaba elegir el país. Hice una lista de los otros países que me interesaban y decidí centrarme en Europa. Mi primera opción era Paris, pero las escuelas que encontré eran demasiado caras, y en otras tenías que saber francés. Milán aparecía como buena opción, sabía el idioma y siempre me gustó Italia. Londres no estaba mal pero no sé porque no me llamaba mucho la atención.

Me decidí por Milán, y busqué escuelas de fotografía, no encontré un master pero si un buen curso de modas con un fotógrafo de Vogue, y el precio estaba en mi presupuesto. Escribí a la escuela, envié mi portafolio, pasé el proceso de selección y me aceptaron, luego me enviaron una carta de admisión para poderla utilizar y tramitar mi visa de estudiante. Lo tenía todo, la escuela, el idioma, el dinero, solo me faltaba la visa.

Luego de unas semanas de espera, la respuesta: visa negada, motivo: falta de horas suficientes de estudio. A pesar de que tuve una asesoría para hacer el trámite, nunca me mencionaron el tema de las horas, mi error fue no verificar este detalle. En fin, otro sueño frustrado se me iba de las manos, lo peor, un “amigo” incluso me dijo algo así como que tal vez nunca me acepten en Europa, obviamente me alejé de esa persona.

Lo cierto es que pude haberme quedado con la frustración y no haberlo intentado una vez más, pero intenté buscar otras opciones, sabía que quería tener la experiencia de vivir en otro país, y sí hay algo que puedo decirles por experiencia propia es que las oportunidades se presentan cuando menos los esperas.

Mi vida cambió totalmente y se lo debo en gran parte a las decisiones que tomé y a que nunca, pero nunca desistí de mis sueños de viaje.

Nunca dejemos de perseguir nuestros sueños

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